Sobre
este tema se han escrito montones de artículos en internet. En La vida en
Cosplay, por ejemplo, y muchos y muchas cosplayers han intentado hacer llegar a
sus seguidores y amigos este mensaje por todos los medios que podían, pero me da
la sensación de que muchos o bien no se han enterado o bien no se quieren
enterar.
Señoras
y señores, a los cosplayers NO SE LES TOCA. Si queréis tocarles PREGUNTAD
PRIMERO.
Entiendo
perfectamente que tal vez estéis viendo delante de vosotros a un personaje que
os encanta, que verlo en “carne y hueso” es algo tal vez fantástico, que el
chico o la chica tal vez son muy guapos/as y que te morirías por hacer algo más
que una simple foto, etc. Lo entiendo porque yo también he sentido esas cosas.
Yo también he sentido ese hype y he tenido ganas de dar abrazos al cosplayer en
cuestión por haberse hecho a ese personaje, o por habérselo hecho así de bien,
etc. Pero hay algo aquí muchísimo más importante que lo contentos que estéis:
que el cosplayer es una PERSONA.
Como
mujer (no puedo hablar de cómo viven esto los hombres, porque no lo sé), no es
la primera vez que, yendo de cosplay, he tenido que apartarme para posar, por
ejemplo, fingiendo que “ataco” a la persona que se está haciendo la foto
conmigo, porque se le veían las intenciones desde lejos. Desgraciadamente mi
experiencia es más con hombres que con mujeres. Es más, las mujeres que han
tenido “intenciones” a lo largo de mi corta vida cosplayer las puedo contar con
los dedos de una mano. No es sexismo ni generalizar, es mi experiencia.
Este
fin de semana ha sido la Madrid Games Week y Mike y yo fuimos el domingo con
nuestros cosplays de skyrim.
Entiendo
perfectamente que mi cosplay de Aela es un tanto revelador de más, que sí, que
se me ve media teta por cada lado y que tengo toda la espalda desnuda y la “falda”
por así llamarla es corta. Obviamente está hecho así porque así es el
personaje, y obviamente sé que cuando me lo pongo puedo exponerme a esta clase
de cosas.
Pero
esto no significa que no tenga derecho a exigir un RESPETO.
Y ya
no me refiero a la gran cantidad de fotos que me hicieron “de estrangis” como
si yo no me estuviera enterando. Que los cosplayers no mordemos, estamos allí
para lucirnos y nos encanta hacernos fotos, así que a menos que estemos
comiendo, descansando, hablando, etc, vamos a decir que sí.
Tampoco
es ya la gente que venía a interrumpirme cuando estaba hablando con alguien
para pedir una foto a mí o a mis amigos.
Tampoco
es el que me pidieran fotos mientras estaba comiendo o descansando.
Tampoco
es que quisieran coger y tocar mis armas, por suerte me pedían permiso primero.
Todo
esto puede molestarme, pero lo que más me molestó de todo es que me tocaran SIN
MI PERMISO.
Sé
que la típica pose de ponerte en medio de dos personas y pasarles la mano por
la espalda a los dos es algo totalmente habitual y normal, sobre todo entre gente
que se conoce o se lleva bien, o son amigos, etc. Pero señores y señoras, si me
veis, a mi o a cualquier cosplayer en un evento, aunque llevemos un traje que
os encante NO SOMOS VUESTROS AMIGOS y no tenéis derecho a tomaros confianza con
nosotros como os dé la gana.
Hubo
mucha gente que adoptaba esta postura para hacerse una foto conmigo, o conmigo
y con Mike. Sin preguntar, apoyaban la mano en mis hombreras o en la cintura. Y
a todos ellos, uno tras otro, tenía que pedirles amablemente que no tocaran las
hombreras, porque son muy delicadas, y no es la primera vez que se rompen o se
rajan porque algún “amiguito” se apoyara en ellas. La mayoría se lo tomaba más
o menos bien. Pero no todos.
Sinceramente,
no me molesta, soy bastante abierta, y que me rodeen la espalda desconocidos
puede no molestarme hasta cierto punto, pero cuando llevo la espalda TOTALMENTE
DESNUDA, con únicamente algunas tiras de tela, creo que es totalmente normal
que no me dé la gana que un montón de personas que ni conozco ni voy a volver a
ver en mi vida, me manoseen la espalda uno detrás de otro.
Hubo
un caso que me molestó especialmente.
El
chico en cuestión quería hacerse una foto con ambos, y, sin preguntar ni nada,
me puso la mano en la cintura, rodeándome toda la espalda. Amablemente, le dije
“por favor, no me toques que me rompo” haciendo alusión a que el traje era muy
delicado. El chico no movió el brazo, así que se lo aparté con el codo. ¿Su
reacción? ¡Volver a poner el brazo! Tuve que insistirle varias veces en que no
me tocara y al final acabé dejando de ser amable, y aun así, si conseguí que no
me tocara, era porque yo misma tuve que mantener su brazo apartado de mi
espalda haciendo fuerza con el brazo (mientras él también hacía fuerza hacia mi
espalda).
Sinceramente,
luego lo pensé, y no debería haberle dejado hacerse una foto conmigo.
Pero
tengo la mala costumbre de intentar ser amable con la gente. Y la verdad es que
llega un punto en el que ya no me importa ser o parecer una borde, o que luego
me miren mal o me critiquen. Al menos no con casos como estos.
¿Por
qué? Porque es MI ESPACIO PERSONAL. Que yo lleve un cosplay que enseñe más,
menos, que no enseñe nada, cosplay, no cosplay, o lo que sea, no le da derecho
a nadie a invadir mi espacio personal sin mi permiso, y me da la sensación de
que hay gente que piensa que por ir vestida de tal o cual manera ya puede hacer
lo que quiera conmigo.
Señoras
y señores, no somos muñecos, somos personas normales y corrientes y tenemos
nuestras manías, nuestras incomodidades, etc. Tenemos nuestro propio espacio
personal y no nos gusta que los invadan. No hagan con un cosplayer nada que no
harían con una persona normal de la calle. No creo que ninguno vaya por la
calle, y al encontrarse con alguien con una camiseta bonita, empecéis a
abrazarles o a toquetearles sin permiso. Pues los cosplayers igual, porque en
realidad, un caso y otro son iguales.
En
este evento he sido demasiado amable muchas veces, pero aviso de antemano: no pienso
serlo nunca más.
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